Yecla es un pueblo sobrio, curtido por el frío del invierno, pero que sabe disfrutar del calor y se entrega al visitante. Entre viñedos, bodegas, olivos y almazaras, se encuentra la Sierra Salinas, enclave natural que te ofrece rutas entre pinos, chaparrales y madroños. Se eleva a más de 1200 metros y desde la cima de La Capilla se aprecia su ubicación de frontera entre la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana. La casita se encuentra en una parcela de 2.000 m2 a las faldas de esta sierra y se sitúa a once kilómetros de Yecla, veinticuatro de villena y veinte de Pinoso. Es un lugar perfecto para comunicar con la naturaleza, disfrutar del silencio y relajarse. Especialmente hermosas son las noches, por la casi nula contaminación lumínica, que ofrecen un firmamento brillante y repleto. En temporada de verano, la piscina es el lugar idóneo para refrescarse a todas horas. Durante el invierno, abrigo, un buen paseo, vuelta a casa, chimenea, un libro... En la parcela se ubican dos casas, separadas e independientes, que comparten la entrada y las zonas comunes, piscina y jardines, aunque cada una dispone de espacio de terraza, mobiliario de terraza y barbacoa exterior propia.

Es fantástico ser anfitrión y poder ofreceros nuestro entorno durante vuestra estancia. Son experiencias únicas... pero espero que repetibles!! Me gusta especialmente caminar por la montaña, visitar las zonas y pueblos cercanos, el vino, la gastronomía de nuestra zona y todo lo natural.

La casa se encuentra en zona totalmente rural. Únicamente hay algunos chalets dispersos en las cercanías. Si además de disfrutar del entorno natural, de los senderos, las cuevas, la fauna, quieres hacer rutas más "de ciudad", nos encontramos a once kilómetros del pueblo más cercano, Yecla. En él se pueden encontrar todo tipo de servicios, supermercados, bares, restaurantes... Es digno de visitar su casco antiguo, sus iglesias, la basílica y su museo arqueológico. Si tu estancia coincide con alguna de las fiestas locales, te garantizo que quedarás sorprendido. Tanto si es en diciembre, cuando se celebran las fiestas de la patrona, la Virgen Inmaculada, como si es en mayo, cuando tienen lugar las fiestas de San Isidro. También se celebra la feria del pueblo en septiembre. Indistintamente, en cualquiera de ellas, el buen comer, el buen vino y la hospitalidad de sus gentes dejará huella en ti.